El tiempo


En algunas oportunidades al regresar a mi casa en las últimas dos cuadras en suave bajada me gustaba disminuir la marcha de mi automóvil, ponerlo en la primera velocidad y dejarlo en suave ralentí.

La impaciencia habitual de la rutina inconsciente nos impulsa acelerar para llegar “pronto”, en vez de llegar en cinco minutos a la velocidad que me gustaba podría llegar en tres.Pero me encantaba ir lento para disfrutar el “paisaje”, sí, el paisaje que todos los días ignoramos, el de nuestra calle, las aceras, los árboles, la calzada, sus irregularidades y huecos, los colores y texturas de los muros, pero sobre disfrutar sobre todo del Tiempo que desconocemos y cambiamos por un frenesí que a nada conduce.
¿Queremos vivir alienados, con la velocidad del nano-segundo, con la prisa de llegar a ningún lugar, sufrir enredados en lo maquinal?.

El tiempo que vivimos es impulsado por nuestra cultura hacia lo infinitesimal, quiero retornar a las distancias a pie, a los espacios donde tiempo lo marcaba el ritmo de los cascos de los caballos sólo interrumpido por el sonido del viento….